Impertinencias, amor y acetatos…





Lo efímero es algo que no se puede ahogar en tranquimacines, el amor es algo desnutrido en sus apéndices victorianos, desdentado en su significado griego y marchito en su plenitud desprendida de locura, la idea indefinida de amor renace de un contexto infinito, parte de un razonamiento imbecil y se dirige hacia la mas profunda soledad en pareja, acostado cada noche con un mejillón, la confluencia de ideales desiste en un imperioso corte de tallarines que deshace los nudos de papel maché de las almohadas, el amor es la muerte ecuestre, la ternura del mendigo, el romanticismo del coño…

El desorden rige la verdad monopoliza las histriónicas estadísticas de una corazonada cotejándolas con los delfinarios de apéndices de la locura del tiempo, del sentido de los sueños epistemológicos, las desestructuras completas, los ebanistas de sueños y los enSAMblajes del ayer.