Chapuzarnos en el fin del mundo, pausarnos los sentimientos, jugando con tus labios de sierra mecánica, lentamente y sin destellos, inundar un letargo con lo imposible y responder mal al cuestionario adrede, esto es lo que la soledad amamantó, un amor de filo de hacha.
El amor, como la pólvora o la religión se enciende con fuego, ese que nunca tienes cuando te quieres fumar un cigarrillo. La latitud perfecta son las rallas de tu pijama y la altitud tu canibalismo, construyendo torres de castillos de arena con la cera hirviendo sobre la espalda de tu corazón menstrual con tampax en sus aurículas.
No importa si estamos equivocados o no en el fondo sabemos que somos la mejor de las equivocaciones.