Oro para el caos



Este sol al que le rezabamos ha llegado a su final, el fuego esta vez nos rodea así como nuestras propias contradicciones, simplicidad, ya solo nos queda la luz filtrada de las catedrales, adictos a su luz, sangre joven fuera de control brotando por todos los manantiales de nuestra piel, y afuera sedientos caníbales siguen esperando para beberla a las puertas, sencillez, seguimos teniendo el don de la profecía pero nadie nos creerá, lo siento ahora solo hay luz filtrada de colores de altas vidrieras bailando detrás de nuestra nunca mientras le rezamos a la oscuridad.

Jaleo, jadeo



Íbamos ciegos pero no nos perdiamos de vista, entre medio del jaleo, el tumulto, ese runrun repitiéndose, una y otra vez susurrandonos: este principio es el último adiós, como todo lo que acaba para volver a empezar, las lentas e inconstantes luces que se pierden en el horizonte, que engañan a los barcos, dando vueltas todo, crujiéndonos como esos engranajes de máquinas de feria vieja, pelo tupido negro y un estúpido baile de miradas, que nunca entenderé, idas y venidas, has cogido la cartera, la señal, puñetazos, cerca, lejos, no te entiendo, tu me llevas, creo que me ha dado el bajón, el hierro, Canarias.

Piel de escena



Pedazos de ti, pedazos de ti llevados en procesión como esas hojas llevadas por cadenas de hormigas hacia tierra húmeda, si, si esas hojas troceaditas por colmillos, profundidad de campo, luz cenital, un poco de sombra de ojos, y dejamos que se acabe el mundo. Ya no seguimos los rastros de migajas de pan para volver a casa, hemos crecido, mas ariscos, eso es lo que he aprendido contigo, de ti, en cada una de tus escenas, el viento, el viento marchitarse, en cada una de nuestras penas, acto segundo, después del descansillo lo que quieras..