La tragedia y las Pléyades



La entropía y los coños, esa es la fina línea entre lo que se reza o lo que se ama, llegar al límite sin remordimientos, siendo radicalmente sensible a los contrapuntos de la vida, la sutil misofagia al despertarme contigo, engañándolos a todos, y dejando las cacerías para las bestias ya cazadas.

...Y entonces me columpié en los cuernos del escarabajo rinoceronte mientras observaba en la distancia un campo de chicas desnudas con sombreros indios de plumas atadas a cada uno de los pelos ásperos de la lengua de mi gato, mirando como bebían tinta negra de pulpo chino de la boca de los cuervos amaestrados de mi sed y oyendo como tiritaban sus labios allí donde una vez mis besos imitaban al reactor número 4 de Fukushima, ya lo dijo mi padre una vez; "Hay dos cosas que siempre caminarán contigo; la tragedia y las Pléyades".

La escarcha de mi garganta



Morfina, morfina inyectándose a colmillo dentro de la escarcha de mi garganta, hielo fiel a la voracidad, dejando que las pieles y las yeguas helaran lo que las luces y los pájaros exóticos llevaban en sus picos.

Balanceos respirándose junto a mi boca, arqueando la espalda, tiritando, llevando terremotos de piel hacia los profundos humedales, allí donde una vez habitaron peces abisales entre toneladas de presión, quebrando los vuelos nocturnos y los rugidos del despecho, drogas naciendo de tu vientre fermentando con los pelos de mi barriga, sensible amnesia acariciándonos, batallas labiales por naufragar, navajas sin piedad, mutilaciones, germen y Kerouac...