Amor de gacela



Amor de gacela, siempre preparada para correr, siempre alerta para dar es impulso de energía extra y explotar en mil saltos sobre las sábanas. Lo que no sabes es que a veces sobrevivir puede llevarnos al amor, juego de cazadores. Y sé que tienes mil chicos guapos tocándote en esa hermosa cacería entre el océano y las ganas de llorar, pero yo soy todos esos ríos de tinta que mancharon tus tobillos al cruzar, yo solo quiero un paraíso liviano como mis ganas de volar, cerca, y lejos, dentro y en el límite y equivocarnos como cuando nos pusimos el anillo ensangrentado.

Malas artes



Cuando tu voz alimenta mi dolor y tus ojos hacen que caiga bajo sedación. Cuando nuestros labios se sincronizan mi cuerpo cae en letargo profundo, manteniéndome inerte bajo tu lengua, sumergido en la saliva de tu piel, convirtiendo las obsesiones en tentaciones. Eres el hada de mis sensaciones y el cuchillo de mis emociones.

Gitanita rota



Esa gitanita rota dejando el olor a madera resquebrajada y sufrimiento húmedo para alimenta a mi colmena. Hemos inundado nuestros pulmones con los humos de las chimeneas de la desesperanza, llevando la sangre a través del compás del tambaleo de los puentes colgantes del desamor. Tus manos frías son las vías ferratas de mi abandono, tu ausencia el abanico de mi veranito.

Tormento estival



Que significa querer cuando te tengo, cuando estoy contigo pierden el sentido todas las palabras, vi llorar la sombra de mi pena, en el sillón del juicio final, y de ver su llanto llora hasta la propia condena, llora todo menos nuestro mar. Y es que duele tan adentro que ni escarbando se puede llegar. ¡Ay! que ilusos los pardales que a mi corazón vienen a beber, dulce tormento estival.

Hijos de las ovejas negras



Tu y yo somos los hijos de las ovejas negras que fueron arrojados al río al nacer y ahora flotamos inertes llevados por la suave corriente viendo a nuestro paso todos los atardeceres morir, donde quiera que estés llevo en mi mente tus portazos, me visto con el recuerdo del crujir de tu columna vertebral, sigo dilatando mis pupilas pensándote, llevo apagando las luces de todos los faros de mi cuerpo para que en esa oscuridad busques entre los desperdicios del amor trazas de mi.

Dijiste que apretara un agujero más el bozal del querer y te dije mirándote que ya habías mordido los labios que te daban de beber.



Quiero desnudarme con abrigos hechos de pieles de poetas, amor… y ahogarme en esos bombones de licor de cereza que me daba tu madre. Un agridulce placer en tiempo sin fe. Correr delante del bien y del mal mientras se nos clavan esas hermosas hojas de cerezos, romper las lágrimas de porcelana de la vitrina que observa ese gato tonto. Una mujer fuerte de fe que quiera mis cigarrillos y una vida complicada. Sentimientos secados al sol como aletas amputadas de tiburón en azoteas de alguna casa china. Y con todo mi dolor te enseñé que mi corazón era un tejido sintético de tu alma y que aunque jugaras a travestirte con ella estabas desnuda.

No quiero que te abandones



Sentados en los errores que cometiste y viendo las razones perdidas florecer, cruzando palabras de destierro con los ángeles en antros de absentas. Qué dirías si te digo que yo sostendré los océanos por los dos, no importa la devastación seré la parte fuerte de la tormenta para amarte. No te preocupes por mí se cuáles son las flores que debo cortar, pensaste que me habías perdido cuando definimos los riesgo, está bien, otra pesadilla nocturna que alimentar, no lo puedes entender pero esto es una clase de arte.

Inaccesible



Jackie se enamoró por primera vez en octubre luego el diablo arrastró su alma al infierno y le obligó a repetir lo mismo una y otra vez; amor, sexo, drama. Jackie nunca volvió a ser la misma pero aprendió la lección como Perséfone con Hades. El cuerpo humano es el encuadre perfecto para nuestras propias debilidades, es en ese lugar en lo más profundo de la tormenta donde reside la fragilidad del ojo humano. Dejaste el maquillaje sobre la tapicería de mi coche como si fuera el hilo de Teseo para salir del laberinto. Escuchando en la radio las mismas voces que oigo en mi cabeza en la cacería del gran blanco, gran corazón, cartílagos y dientes afilados. Pero cariño, ya no hay más amor, la luz y los rumores iluminan mis zapatos en la pista de baile, pisando esas líneas fluorescentes que nos transportan hacía nuevas líneas de cuerpos inmóviles. Dijiste nunca más, y el miedo nos dio el beso de buenas noches, cariño el arrecife es más frágil que todas esas estúpidas promesas, los melodramas y las victimas siguen amarrados en el sentimiento equivocado. Y levantaré las islas sumergidas de debajo de tu falda para que te humedezcas los pies en sus orillas. Tengo el corazón frío y las manos cálidas. Y si el amor fuese una cortina de humo para poder besarnos a escondidas del mundo y consumarnos en esa profundidad tóxica llamada metamorfosis. Quizás ese sea el mundo que nos entienda, el sutil juego de entrelazar atardeceres, en mirarnos en aquello que solemos ocultarle a los ojos del mundo lo innato e instintivo que nos resulta depender el uno del otro, el caos, el fuego, el uno y el otro. Dios puso mis pulmones para limpiaros el aire del mundo con sólo verdad, dormir las noches violentas y rendirnos a los días violados, ve directo a la metamorfosis, el sueño se acabó, directo a las caricias del caos, nunca podréis abandonarme estoy filtrado en vosotros, estoy erosionando vuestros deseos más primitivos, soy la consciencia que se prostituye en esas carreteras nocturnas en las que conducís en solitario. Llenaré con pólipos de coral todas vuestras venas, conquistaré las galaxias de vuestras almas luchando contra las fuerzas de la gravedad.

Un hermoso destello de revolución



Nos dijeron que la fuerte marea se había quedado sola y que los buenos dioses nos habían abandonado. Y yo cerré los ojos para notar de la mano de los ancianos tiempos tus piernas temblar debajo de mis grandes fauces. Nos dijeron que nuestro pecado estaba muerto, vaciando nuestros bolsillos, arrebatándonos lo que nos habíamos dado. Y tú me miraste con esa clase de honesta mirada que destruyen a los firmes hombres, y yo tan tú no necesitaba otra suerte de que eras como esa clase de firmamento que llevaba en mis recuerdos de infancia, una brújula incansable de esperanza, un hermoso destello de revolución.