Presas



Amo las grietas de la presa de tu desdicha, esas grietas que respiran la catástrofe aguantando la inmensidad de la presión, arrancamos la fruta cara con cara, noche con noche, pero ahora eres mía, hasta el final, y yo; un simple ciervo en la ecuación de tu arco, tu boca y tu flecha.

Cada lágrima en mis ojos es un botón menos desabrochado de tu vestido



Cuando de repente mi mirada está más baja que la marea y tu piel es acero afilado acariciando mi piel. Hoy he visto arder el amanecer desde la ladera de tus muñecas atadas a tu espalda. Mientras cosía los puntos de luz que se filtraban por los agujeros de la persiana, los he cosido sobre tu espalda, no era esa mi intención. Esta vez quiero probarlo a tu manera, dijiste con la boca muy abierta y el corazón muy cerrado. Puedo agarrar tu dolor y aplastarlo entre mis manos peludas, pero para eso tienes que sufrir.

El odio impenetrable atravesado por el lamento



Cuando aquel cuchillo te trajo a mí como la marea trae las conchas muertas a la orilla y la culpa se mezclaba con el olor a pulpa en carne viva de mandarina, cuando las masas de agua se inclinaban ante los ríos de tinta bajo tu piel, y los latigazos de la primavera curaban las quemaduras del invierno, cuando el duelo y la rabia amamantaban nuestros sueños y los desiertos estaban formados por cachitos de nuestros fracasos, cuando aquellas flores cubrían el aire inundando nuestras gargantas con sus pétalos dejándonos asfixiados e inmóviles al borde del abismo para que la muerte nos salvara de nosotros mismos... sin ningún cielo al que llorarle, sin ningún campo en el que florecer.

Siempre ira, siempre templanza



El miedo hace que el síndrome se manifieste, que la ira siembre el amor entre las piernas abiertas de esta casa destruida, mismo ozono, misma fiebre, los dioses de encima sienten la necesidad de abatirnos con nuestra libertad, los dioses de ahí arriba sienten el odio más profundo forjado en los hornos del infierno donde una vez se forjó nuestro amor..

Vengo de donde la albahaca florece a destiempo



Vengo de donde la albahaca florece a destiempo. Al abrigo de tus ramificados huesos me acurruco, esperando a que me sostengas sin manos, sujeta sin manos este dolor, como la noche me sostiene ante la muchedumbre de las calles, allí donde cada gota de lluvia es una semilla esteril, allí donde las siluetas de los edificios frente a la niebla son solo el primer puerto del viaje.

Prométeme que cumplirás la profecia



Como un horizonte abierto como las heridas del alma que se curan con la lluvia y la humedad de tu pelo. Tus manos sedientas de sangre cavan una madriguera dentro del filete crudo de ternera cuyo huequito servirá de abrevadero a los pobres caballos famélicos. Esta vez me bajo en la misma parada que todos tus demonios esta vez voy a demostrarte que soy mas devastador que tus promesas de amor.

Y la desnudez nos salvó



He quemado mi cabeza en una montaña de ruedas de camión ardiendo encima de tus omóplatos, ¿Quién es el amo?, ¿Quién lleva las riendas del océano de tu lluvia? Los cuerpos se mantienen petrificados bailando bajo el canto de la frustración, bajo las alas insanas de los cuervos... contigo seré la sombra que te persiga cada noche en ese callejón sin salida. Me he tragado venenos de otras víboras por ti. ¿Nos salvarán? El lunes seguramente esté lejos de ti follándome a otra. No me confundas con alguien a quien le importas una mierda. Ante lo acontecido la venganza será pronunciada. He estado con zorras con mejor pelaje que el tuyo. Un hilo de pescar para salvar tu vida. Y el silencio nos desnudó y la desnudez nos salvó. ¿Dónde estaré?, ¿Dónde estarás? Hagamos que nuestro amor se vuelva recuerdo y nuestras lágrimas burbujas de champán.

Somos propiedad de nuestros propios miedos



He dormido en las entrañas de un aullido abierto en canal. ¿Cómo sabré? ¿Cómo sabrás? Si cuando caes estás bien y cuando mueres sonríes. Si sólo puedes cubrir tus expectativas con falsas esperanzas y la razón reposa encima de nuestros vasos de Martini, si el final está tan cerca como la cima, si la carne ya está muy hecha, si el río ya ha llegado a la sangre, y la disciplina nos recuerda lo indignos que somos obedeciendo aquello que amamos.

Masticar granada es el sonido mas parecido a abrazar tus huesos. Algún día todo cambiará. Sonreíd cabrones pronto llegará el fin.

Muñones de Axolote



Me afeito cada mañana con el camino de baldosas amarillas de Dorothy, continúo drogándome con la idea de Woodstock... Observo como se mastican las patas mis ajolotes, recuerdo cuando mi barba tocaba tus costillas a modo de xilófono... el intento de transformar nuestro mundo en algo real, imposible de concebir de otro modo, quizás estamos respirando una atmósfera... a la cual aún no hemos llegado y por eso tanta presión nos está matando...

Acariciar el perdón



Sé que estoy jugando con un dios joven que tiene miedo de ver la guerra morir, labios asesinos ocultos en el ADN de los soldados de la duda, es la biblia del cuerdo más fiero ante la indefensión del débil más loco; intercambios de fluidos, sangre y mantras difíciles de entender, cuando robas las flores y recuentas los pétalos desalojados , y ni es justo, ni es verídico, crueldad hasta en la tumba, arruinando los fusiles enfrente de los arrodillados, he escupido en mis días felices, he esperado que las ratas caben un túnel en mi estómago para escapar de tus llamas, a veces pienso que no puedo seguir pero entonces escucho una voz que me ayuda a olvidar y me acaricia el perdón…

El bosque de Can Deu



Se disuelve la orilla con el peso de tus efímeras pisadas sobre la arena dejando en cada paso parte de tu alma esperando a ser engullida por las olas y devoradas por monstruos marinos, he llevado las serpientes en la cantimplora para darte de beber su veneno cuando éramos niños y caminábamos de la mano por el bosque de Can Deu en jueves graso.

Ellos no supieron curarte



Todos tus dioses los he creado con la alquimia de la absenta a imagen y semejanza de tus lágrimas, el daño ya está hecho ahora reza por ello… viste pasillos hacia la luz donde sólo había alcantarillas, alas negras aguantándote la cabeza mientras vomitabas borracha, habías cebado mi percepción de lo bello alimentándola con el veneno de tus víctimas, ellos no te entendieron, ellos no supieron curarte, he conducido mi coche sin frenos hasta la curva final, suplicando por la inyección letal para esperar a que los santos me envolvieran con sus ropajes.