Lluvia dentro del traje de buzo



Chapuzarnos en el fin del mundo, pausarnos los sentimientos, jugando con tus labios de sierra mecánica, lentamente y sin destellos, inundar un letargo con lo imposible y responder mal al cuestionario adrede, esto es lo que la soledad amamantó, un amor de filo de hacha. 

 El amor, como la pólvora o la religión se enciende con fuego, ese que nunca tienes cuando te quieres fumar un cigarrillo. La latitud perfecta son las rallas de tu pijama y la altitud tu canibalismo, construyendo torres de castillos de arena con la cera hirviendo sobre la espalda de tu corazón menstrual con tampax en sus aurículas. 

No importa si estamos equivocados o no en el fondo sabemos que somos la mejor de las equivocaciones.

Cría sueños y te sacarán los ojos.



Llegados a este punto descubrí la formula de transformar corazones en filtros de cigarrillos para poder fumarme ninfomanías haciendo que los tejidos cicatrizantes ataran más fuerte que el hierro forjado en mi cama, transformando los cerebros en urnas de hormigueros y acumulando tragedias en la lista de la compra. Llegados a este punto el brouilleur seguía en mi copa de absenta, y sólo tuve que chasquear mis dedos para que todo se desvaneciera...

Algunos sueños son como hienas despedazando las pesadillas de amor, pero tu eres fiel a la piel herida, y clavarás tus uñas bien adentro del trance hasta desgarrar mis esperanzas, dulces sueños, pequeña. Cada vez que doblas la esquina el huracán te acecha desde la parada del bus, no llores o tus lágrimas acabarán en Oz.

[Anónimo] — ¿Qué es la vida?
[Sie Kikinshka] —La vida es el silencio de sexo.
[Anónimo] — Puedes hacer que se enamore de mí con hipnosis.
[Sie Kikinshka] No.
[Anónimo] — ¿Entonces cómo voy a enamorarla?
[Sie Kikinshka] —Enamorar la venganza ajena con orgullo propio es imposible... le dirás te amo y entonces ella te ignorará y es entonces cuando podrás indagar en su vida eternamente sin levantar sospechas.

 Los sueños están para incumplirlos.

18 atmósferas de amor y lluvia ligera para hacer mejor la digestión



Llevo de pestañas cada una de las astillas del timón de tu alma, cabalgando encima de tu riñón mientras me estiras de la perilla para acercarme a tu boca, calor de boquilla de revolver de gangster, te alojaste como el candirú en mi corazón. Esta noche dame anzuelos que comer, la carne está jodidamente muerta y yo esperando a ser cazado...

Tu corazón es Tokio y porcelana y tu piel es ira y Mogadiscio, llévame de viaje a la tumba de tus implacables caricias y te daré más dolor que la antimateria que reza dentro de la capilla del piercing de tu pezón izquierdo. Cuando se ama como el polvo de magnesio es difícil que te caigas del rocódromo del pensamiento, cuando se besa como la pólvora es difícil no dar el paso en falso... Marcas de huellas de mis dedos desvaneciéndose en tu cuello, gotas de sudor mía evaporándose en tu piel, que fácil es desaparecer a tu lado...

Lágrimas de metanfetamina



He hecho metanfetamina de tus lágrimas de placer, engullendo Perseidas del ron de la luna, dispersándose mis pensamientos como metralla por tu corazón, concentrados los dos en un subconsciente inconsciente, dejando que tu piel sea sólo negras dunas de cenizas dónde fumarnos el pasado, matemáticamente ganados, rasgando el septentrional de tu ombligo.

Los quilates de oro de tus pendientes lloran gotas de sangre, lágrimas que uso de almohada para disparar al sueño, es la cara oculta de la vida la que despellejarás, un jurado de puntos de fuga cosiendo una sonrisa mal confeccionada y dos mosquitos teniendo sexo en la ventana.

Tus gélidos latidos ondean tu velo de mármol



Día y noche, señorita, exprimiste la gracia de ese cuerpo limón, viendo como la virtud goteaba desde tus manos a sus ojos, dejando que los amaneceres condujeran ciegos por venas de riñón, lo sabes bien, sabes que tropezar un beso y doblarse el tobillo labial es la escusa perfecta para empezar la fiebre del oro en tu boca, siéntete libre de liberar el polvo del desierto, de apagar las mareas, hazte libre de sentirte básico.

Las gotas de sangre son como alambradas que hay que atravesar para ser libre, pero no todos los alambres encierran igual... A veces tienes que merecer ser olvidado. 

Necesito tus labios consejos...



Nunca subestimes el poder de la soledad, pues en medio de la corriente la probabilidad de sobrevivir es muy poca... quiero ser libre infringiendo dolor a mis pies tallándolos a medida para correr lo más deprisa posible, enterrado por olores de plantas venenosas y humedad, quiero ser atrapado por bestias salvajes, devorado por estrellas en noches australes y descubrir mis miedos indígenas. Marcas de pintalabios en mi prótesis de corazón, saltando como lágrimas encima de altavoces, tu dolor florece por la saliva de mi mente, tu camino está en mi llanto de carne de caballo, construyendo tormentas para nosotros.

De pie encima de tus pupilas negras acorralado por su contracción, al ver la luz emanando de los puntos abiertos de mi herida ocular. Solo quiero que sepas que esta muerte es ligera y está cachonda, puedo tener sentimientos poco contrastables hacía la muerte y su humedad, pero llévame contigo al carajo.

Drenar las penas hasta labios ajenos, besarte de misericordia antes de condenarte... Te odio tanto que amarte sería una herida más en mi piel.

Tu piel de página



Mientras escuchaba los chillidos de las galaxias en el matadero de tu silencio, he visto desangrarse sobre ganchos leyes que ni siquiera yo podía entender. Permanezco delante de las puertas de la profecía esperando que los latidos de las llamas hagan florecer las astillas de la ansiedad. Marcas de cuerdas guían mis sentidos como senderos que no hay que recorrer sobre tu cuerpo, mis dedos marcados en tu cuello marcan el inicio de la primavera, asientes arrodillada en el lado oscuro de lo puro...

 Escribo en tu piel de página: Mis sueños son cal viva para tu recuerdo.

Y a pesar de tu odio y tu lástima... me amarás. Por ser quién digo ser.

Desnudos sobre la tinta roja de las calles chinas, devorando neones, compartiendo y amputando una bisexualidad, una dualidad que maté hace tiempo con el cojín para que no respirara, te tumbas sobre los fluidos nucleares de nuestras sábanas, viendo como los sueños con retraso pierden barcos de realidad, he soñado con nuestra sangre desparramada sobre caminos de baldosas amarillas, pisoteadas por leonas y espantapajaras, he visto como te masturbas con los dedos fríos como estalactitas clavándolos como agujas en alfileteros. 

La libertad pregunta al corazón primero



Consigues que el tango y la comida basura nos quiten los tejanos destruyendo los pocos colosos construidos, subiendo a lo más alto del cascabel del crótalo, para caer por la cascada de tu columna vertebral acabando contra las piedras afiladas. Esta noche si me das rienda suelta le paso las manos alrededor del cuello al océano y creo corrientes circulares submarinas estrangulando la presión del cielo, amo cuando te caes de espalda y estallan tus huesos contra el suelo, desparramando la comida del gato por toda la habitación, amo cuando me siento como un luchador mexicano rompiendo las lamas de tu cama y miro las cortinas en llamas moviéndose con el viento, últimamente vengo de los prolapsos cardíacos, de la tripofobia, de la comida sangrienta congelada para peces. Espolvoreabas mi lengua encima de su piel para luego lamerla con la tuya. Porque sabes que estoy ardiendo, así que atácame...

Somos libertades contrarias luchando contra la esclavitud mutua.

Poniendo tus pupilas como trampas para osos para capturarme. Sentada sobre la barandilla del tercero, mientras encendías ese cigarrillo esperabas mis caricias de grieta de terremoto. Deseaba lamerte con mi lengua de lava para poder flotar sobre el olor a carne quemada y brisa marina...

Lágrimas fruto del pasto de las llamas



Si quieres acordarte de mí sólo tienes que sacar la lengua en medio de la lluvia y dejar que alguno de los millones de dioses que caen la toquen, así es como yo te la solía tocar mientras bailábamos en la noche del 21, con los cables de alta tensión de venas, con las riendas sueltas recogiéndote el pelo, me siento tan insignificante olvidándote que podría hasta amarte.

Cuando llegan estas horas apago la luz y mi cuerpo empieza a mimetizarse con los crujidos de la noche, fruto de este silencio de madrugada nace el estado larvario que me ayuda a vivir. Dejo de lado mis sentimientos al tiempo que me desnudo, echo mi perfume en los ojos de mi fe dejándola ciega, y con la única luz de mi planetario contemplo las falsas estrellas girando en el techo de mi habitación ese es el parto de mi mejor creación la culpa por sobrellevar mi mente.

Contigo no hace falta que oculte mi sadismo por las estrellas... a ti también te gustan las cosas que hieren.