Sólo un caído más



La otra noche tuve un sueño donde la batalla era mi escudo y tú estabas ahí con los ojos rodeados de ira y purpurina peleando por mí, y entendí que a veces la única solución es comenzar una guerra. Hemos sido tan débiles que hemos armado un ejército más letal que la tensión superficial del agua…

Y entre tanto ruido de espadas oí tu voz más clara que la santa muerte, oí como me decías; “—Sólo un caído más.” Y avancé unos pasos descalzo, magullado y con mi alma en llamas y vi desde lo lejos como me disparabas la última flecha. Caí hacia atrás y al cerrar los ojos recordé tus últimas palabras; “—Es que a veces la única salvación es destruir las pruebas, está escrito en el silencio que dejan las islas volcánicas sobre el lecho marino.”

Encontraste rápido el camino de huida, perdiendo el dolor por el camino. Y mientras tú te tocabas y te venías por mí de mi cuerpo floreció un campo de Diphylleia grayi.

Quién te usa y quién te obedece...



Le dijiste al fuego de la salvación que lo atarías con las nubes del cielo mirando hacia Cástor y Pólux. Sigue cayendo. De tus manos la condensación, de tu precipicio los juicios francos del laberinto de espejos con el que te vistes y en los ojos de los búhos desvaneciéndose la luz de los satélites artificiales abandonados. Me has besado las lágrimas, me has besado las garras, incluso has domesticación el oleaje y la gravedad con que me atraías. Sigue cayendo. Sólo eres una estrella caída dejándome cráteres sobre mi piel, bailando sola sobre mi espalda. Tú eres mi último vestigio de locura, una civilización en éxodo mental, hoy sólo una fina cubierta de invernadero nos protege del clima exterior. Sigue cayendo, hacia lo profundo de la madriguera.

La fortaleza de la ingenuidad.



El latido del corazón de un conejo es el que marca el ritmo de los drums al acercarme a ti. Este es el sacrificio ¿quién es el amante? y ¿quién el cuchillo?, el río azul se hunde en la tierra negra, el cielo cae por su propio peso ahogándonos a todos los herejes. Esta noche con la luz apagada nos orientaremos con las cuerdas rojas del arpa, y eso no podrán evitarlo. Me echo la madrugada a mi espalda y las estrellas se me clavan en mi piel, sacándome tu regalo, esas espinas que me clavaste. Esta noche alzo la copa de absenta como sacrificio, cierro las ventanas y me entrego a la transformación de hombre lobo a ajolote para acariciarte con mis branquias doradas, para permanecer en la neotenia a tu lado.

Incluso cuando la primavera cae las flores se levantan



Hay noches en las que al cerrar los ojos para irme a dormir me vienen a la cabeza los chillidos de los delfines con garfios clavados a la cabeza mientras se desangran convulsionando, hay veces que cuando la luz se apaga visualizo mi corazón estallando en mil pedazos como suelen hacer con las ballenas varadas en la arena, hay noches en las que antes de dormir trato de localizarme el pulso entre las focas asesinadas sobre el hielo, ese hedor inmundo a sangre y a pescado suavemente me va meciendo llevándome a lo más profundo de un sueño del que no quiero despertar.

Camuflagelación



He volado con las cálidas corrientes de viento que provocaban mis suspiros al recordarte desde mi jaula, he notado los rayos de sol sobre mis alas suspendidas entre la clorofila de los sauces llorones muertos.

Yo estaba loco, herido y con las pupilas abiertas de par en par, encerrado, con las manos enterradas en alpiste y corriendo en círculos concéntricos sobre tu piel, así pasé la primavera con el miedo pintado como líneas de camuflaje sobre mis mejillas para esconderme de tanto mal.