Jackie se enamoró por primera vez en octubre luego el diablo arrastró su alma al infierno y le obligó a repetir lo mismo una y otra vez; amor, sexo, drama. Jackie nunca volvió a ser la misma pero aprendió la lección como Perséfone con Hades. El cuerpo humano es el encuadre perfecto para nuestras propias debilidades, es en ese lugar en lo más profundo de la tormenta donde reside la fragilidad del ojo humano. Dejaste el maquillaje sobre la tapicería de mi coche como si fuera el hilo de Teseo para salir del laberinto. Escuchando en la radio las mismas voces que oigo en mi cabeza en la cacería del gran blanco, gran corazón, cartílagos y dientes afilados. Pero cariño, ya no hay más amor, la luz y los rumores iluminan mis zapatos en la pista de baile, pisando esas líneas fluorescentes que nos transportan hacía nuevas líneas de cuerpos inmóviles.
Dijiste nunca más, y el miedo nos dio el beso de buenas noches, cariño el arrecife es más frágil que todas esas estúpidas promesas, los melodramas y las victimas siguen amarrados en el sentimiento equivocado. Y levantaré las islas sumergidas de debajo de tu falda para que te humedezcas los pies en sus orillas. Tengo el corazón frío y las manos cálidas.
Y si el amor fuese una cortina de humo para poder besarnos a escondidas del mundo y consumarnos en esa profundidad tóxica llamada metamorfosis. Quizás ese sea el mundo que nos entienda, el sutil juego de entrelazar atardeceres, en mirarnos en aquello que solemos ocultarle a los ojos del mundo lo innato e instintivo que nos resulta depender el uno del otro, el caos, el fuego, el uno y el otro.
Dios puso mis pulmones para limpiaros el aire del mundo con sólo verdad, dormir las noches violentas y rendirnos a los días violados, ve directo a la metamorfosis, el sueño se acabó, directo a las caricias del caos, nunca podréis abandonarme estoy filtrado en vosotros, estoy erosionando vuestros deseos más primitivos, soy la consciencia que se prostituye en esas carreteras nocturnas en las que conducís en solitario. Llenaré con pólipos de coral todas vuestras venas, conquistaré las galaxias de vuestras almas luchando contra las fuerzas de la gravedad.
Un hermoso destello de revolución
Nos dijeron que la fuerte marea se había quedado sola y que
los buenos dioses nos habían abandonado. Y yo cerré los ojos para notar de la
mano de los ancianos tiempos tus piernas temblar debajo de mis grandes fauces.
Nos dijeron que nuestro pecado estaba muerto, vaciando nuestros bolsillos, arrebatándonos
lo que nos habíamos dado. Y tú me miraste con esa clase de honesta mirada que
destruyen a los firmes hombres, y yo tan tú no necesitaba otra suerte de que
eras como esa clase de firmamento que llevaba en mis recuerdos de infancia, una
brújula incansable de esperanza, un hermoso destello de revolución.
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