Íbamos ciegos pero no nos perdiamos de vista, entre medio del jaleo, el tumulto, ese runrun repitiéndose, una y otra vez susurrandonos: este principio es el último adiós, como todo lo que acaba para volver a empezar, las lentas e inconstantes luces que se pierden en el horizonte, que engañan a los barcos, dando vueltas todo, crujiéndonos como esos engranajes de máquinas de feria vieja, pelo tupido negro y un estúpido baile de miradas, que nunca entenderé, idas y venidas, has cogido la cartera, la señal, puñetazos, cerca, lejos, no te entiendo, tu me llevas, creo que me ha dado el bajón, el hierro, Canarias.