Amor y vitrinas circuncidadas
Y fuimos méritos descifrando los atardeceres más violentos que la paz nos pudiese otorgar y anduvimos encima de los tranquimacines en naves industriales de hiperactividad sexual con aire roquero y asi fue como contamos roperos en sueños latinoamericanos, nos inmortalizamos infinitas veces fácilmente perecibles, nos pillaron atracando las luces de la ciudad en una litografía peritable y eso teniendo en cuenta que el amor es la primera perversión del intelecto, luego llegan los atardeceres y el cacaolat.
Nos tatuamos el 091 por si nos prendíamos el uno al otro y nos abrazamos en un cónclave infinito rodeados de mundos pasando las estaciones de la vida en la barriga de un wombat, conocí a muchos espejos de caricias y a un pequeño sismógrafo de corazones en magdalenas penitentes, movimos las razones penitenciarias para hablar de morosidades satisfechas por los aplausos y las rosas condensadas en momentos indisciplinados y nos aplaudimos llorando en nuestras cabezas.
Las valoraciones impertinentes no son el mejor aliado de la infelicidad y estas pequeñas montañas con el pelo dorado tampoco vuelan al mismo rumbo, así que no voy a hacer valoraciones pues nunca se me dio bien acuñar sondas intelectuales y quizás no soy ideológicamente la luz del mundo.
Hoy usted no me llama, no me ama, no me ma, no me a!