Autopsia lunar





Aún estoy en el contrato de la vida y el aire en escabeche aun sigue en la bóveda antártica y el tímpano de un mandril y las rosas y los pistilos y las escafandras en blanco y negro, todo perpetuamente oblicuo.

No mas para desmesurar mis sándwich con queso, no mas para huir de los aeropuertos, mas aun para clavar la estaca al pepinillos en vinagre, unos días, demasiados helados, compasivos ¿quizás? Redistribuyendo normas y deberes. Desintégrales genéricas amantes del porexpán eso era el Sábado y tres meses después estaba en su funeral y yo iba disfrazado de lágrima y corazón, como si hubiese salido del musical de JULIÁN MUÑOZ, una tormenta tropical en un tequila.

Mery Jane se puso su chaqueta gris y una cardigan del 98, abrió al mendigo en una autopsia lunar, hizo una replica al concilio de Trento y se introdujo nasalmente una ralla de maternidad y otra de polvo de fluorescente, dejó en babilonia en un restaurante español un gemido y en él un escrito que decía: “ÁRMAME”