A veces noto que he perdido notar que te he perdido
A veces conseguía el universo, otras simplemente me dejaba llevar… Estaba escribiendo nuestra noche rodeado de nuestro liderazgo, rodeado de nuestro universo y nuestra absenta y nuestro contrabajo y enalteciendo el guante unicelular perdido en nuestro a veces.
La flauta traviesa perpetró el latir de la noche, saboreando su inquilino; el oceánico índico, en las pulsaciones de mi borrachera. La noche perfecta en un Red Bull, llamadas telefónicas entre los parlamentos de sus labios, los diamantes de su perla incrustados en el Casio de 5 euros de su muñeca, Casio de plástico negro que afrontaba el Casio dorado atormentado entre cojines rellenos de mus de chocolate y plumas de limón.
Una media luz alucinógena que escondía nuestro pasado, la crisálida oculta en el reloj de arena, la incoherencia de la simbología de nuestras maneras de averiguar nuestros suicidios, su pértiga entre el maíz y las desarticuladas siluetas entre el jazz de rincones centimomentales, céntimos y mas céntimos y cortinillAs y la tarde entre tardes y la noche entre madrugadas y las madrugadas entre miradas y las miradas en devociones de cárceles emocionales que se hablaban entre silencios y carmín. Los latidos de nuestra separáfrasis que no correspondían a nuestra juventud se repetían en el paladar de su cuerpo y se perdió en la riña, se perdió en todas y cada una de sus ágoras, se perdió para siempre en un viaje a la periferia de las noches polarizadas.
A veces noto que he perdido notar que te he perdido, pero mañana yo seré un beso y tu un recuerdo clitemnestrado en un mariposario.