Disfraz de lobo, sangre de cordero degollado y piel de becerro de oro



Hice el amor con las bayas venenosas que aún estaban por florecer, bautizando mis manos con el caldo aún caliente de los caracoles que te comiste, mientras las águilas lloraban lágrimas de plumas y mi gaznate seguía notando el bastinado de tu belleza.

Y hago que aprieten fuerte las mandíbulas con los 600 voltios de la anguila eléctrica que protege mi corazón, y clavo los cilicios en sus ojos para consagrar la penitencia de las miradas indiscretas que nos miran. Esta noche en nombre de la fe y el candaulismo someteré todo aquello que mi ligofilia no me dejó dominar.”