Encontrarte perdida en algún reducto inconcluso de mi oscuridad y atarte a la carne roja de los caballos negros tatuados a tinta blanca. Suspirar contigo mundos en extrema persecución. Fagocitar nuestra voracidad lingual. Exhibir en algún motel de carretera americana mis manos peludas acariciando los huesos de tus caderas metidas en un bote con formol. Clavar la aguja del compás en la cartografía del nuevo mundo contigo. Rasgar tu voz y tus vestiduras al tiempo que juntamos los sofares para dormir. Viviendo la dolce vita a partir de los pétalos de destrucción que creó el verano, podríamos ser, podríamos ser... esa mentira real, esa mentira de oro, que brilla en medio del marfil, una posibilidad remota sonriéndonos desde aquella esquina oscura.