COMERÁS DE MI MANO COMO LOS GUSANOS COMERÁN DE TU PIEL



He estado conduciendo sobre la carretera de tus heridas de principio a fin, viajando con el sonido de los pájaros de la fatalidad hacia un sinsentido constante en forma de latidos ajenos. Y ahora sólo, en mitad de la noche soy el pecador que un día sostuvo el sueño de convertirse en poeta. El suicidio ha sido la lluvia que inició la revolución y estoy jodido y jodidamente pirado y voy a conducir hasta que vea aparecer esas estrellas en tus ojos. Jugábamos a morir para hacer la vida más llevadera, ondeándonos mutuamente como sábanas movidas por el viento, así fue como nuestras lágrimas se secaron, no me rompas más, no me arranques mas, no te vayas sin mí, no te quedes jodiendo conmigo.

LLorar la fe



Soy capaz de ver el más hermoso atardecer contemplando la línea de polvo de mi estantería de libros, soy capaz de entender el mundo cuando depositas la fe en mí, soy perfectamente capaz de sentir el más devastador placer cuando clavas las uñas en mi espalda. Soy capaz de llorar al mundo tal y como Truman Capote escribía, soy capaz de ver la destrucción de Constantinopla cuando contemplo tu pecho dormido en mi cama, estoy pintado con el mismo odio de cuando te amé estoy abonando cada segundo de mi tragedia con tu recuerdo y aún eres mía.

Vio lentamente su destino



Lo dijo primera si me mientes ámame hasta olvidarme, rézale a la locura, rézale a la ceguera, si aún cuando la muchedumbre aclama nuestros nombres y la maldición llama a nuestra puerta, si aún cuando la eutanasía no fue suficiente y quieres quereme más violentamentamente, no nos salves. Aún existen zarzamoras y bayas venenosas protegiendo nuestra frontera, y tu alma incandescente sigue creciendo en los pies de aquella llama danzante y perdona a los que nos ofenden igual que nosotros perdonamos a los que una vez amamos.

Humedecemos los labios



Cuando cumpliste los 18 callaste a tus héroes y dioses, clavando mas hondo la flecha, sacando la sangre más afuera, te pusiste el disfraz de bestia dejando el de San Sebastián debajo, fuiste la herida y olvidaste el calor y la libertad del pecado, en cada suspiro te completas como una canción inacabada, como una semilla sembrada en un cuerpo inerte. El secreto de nuestra verdad de nuestro significado desfallece en el martirio pero nosotros le humedecemos los labios para que pueda seguir adelante.