Y entonces caigo en las grietas de los serac de tus caricias mientras el desierto nada en tus ojos bailando junto a tus lágrimas. Eres tan viva e inerte como la carne congelada y las ganas de sobrevivir. El pecado es un color del lenguaje humano, y yo he utilizado tu voz de crucifijo para apartar a esos demonios, no temas he usado tus pestañas venenosas como recipiente de cultivo de drosophilas y le he rezado a otros dolores de cabeza.
El bambú es mi hogar sus astillas son mi sangre.
Las voces del dolor responden a mis plegarias. Las heridas me susurran cosas, es extraño, lo sé, no conozco a nadie mas que le pase, he llegado a tener conversaciones con las marcas rojas de tu piel hablando bajito mientras dormías, el dolor me cuenta cosas de ti, se las apaña para enredarme con cuentos de como fue creado, eso me excita, pero no es una excitación normal es un cúmulo de desgracias dejando huella a través de tu noble piel, aveces el silencio de no escuchar ese dolor también es violento. Soy un monstruo.
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El altar ensangrentado de sacrificios
El amor es amputación y yo llevo toda la primavera esperando en el altar ensangrentado de sacrificios, adoro que me amputen desde cualquier punto de vista, desde cualquier rincón o beso, las mejores tías saben como amputar, como rasgar, estoy harto de escuchar las aburridas lágrimas de las otras parejas, no me castigues por llevar la cacería de tu amor bien dentro de mí, la extirpación sigue siendo la única vía posible de amor y créeme he volado a 11.500 pies de altura y he estado encerrado a -52 grados se de lo que hablo, y tu también lo sabes porque estabas a mi lado.
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