Necesito un corazón grande, que pueda aguantar el peso de todos los barcos hundidos de mi alma, un corazón grande como ese Dios de debajo de nuestras sabanas, tan grande que me permita soportar los cortes emponzoñados de tu amor, como los arrecifes de coral, necesito un gran corazón lo suficientemente grande como para condensar el rocío de tus ojos en él y poder beber.