El ruego de los inmorales




Ser quien eres y atreverte a perder aquello que significas para convertirte en su búsqueda, rasgarte el corazón por la libertad y la gloria de tu excepcionalidad y permanecer en la creencia que te hace único, tu propia filosofía. No dejes que los clones derrumben el imperio de belleza que has creado, que no crucen las fronteras de tu genialidad, haz que te odien por tu rareza inidentificable que vean anochecer el crepúsculo de su idiotez.

Soy el genial triunfo de la excentricidad, único en mi incomprensión, simbólico y antropófago y seguiré creyendo en mi propia razón de obrar porque esto es lo que realmente me hace libre.