Rectificando de placer para que no se muera





El cretácico de los dioses en el sentimiento nuclear no podrá sobrevivir a este merecimiento de amor y caeremos como un castillo de naipes realizado a partir de los espejos de nuestra mente. No voy a tolerar que me ames, no voy a tolerar ni un segundo de tu amor, ni las cenizas arrodilladas en el altar, ni el soplo de tu corazón, ni tan siquiera su arritmia, sólo empuño la costumbre de amar para decapitarte de forma samurai.

A tu lado me haces respirar como un pez de esponja como si cultivase las algas de tu corazón entre mis branquias, refugiándome en las capillas y sacristías que forman mis lágrimas con las tuyas, allí es donde solíamos acabarnos el helado de 1L, no dejes de banda la dimensión y el orgullo, la parálisis intelectual que nos alerta del elogio del grito, la construcción de nuestro ritual cósmico al besar. Déjate libre, hazte volar…