Y pensó que si seguía llorando a lágrima viva acabaría creciéndole musgo en los lagrimales.
La metástasis del deseo dentro de ella la hizo reencarnarse en bambú de oso panda, bambú afilado clavándose en su propia garganta, desparramando los abalorios encima de su cama. Lo echaba de menos y no se acordaba de ello, lo tenía presente porque ella caminaba sobre la cuerda floja entre lo que amaba y lo que odiaba, llevaba atado al cuello plomos para hundirse en los piropos disfrazados de cordero, no dejaba que una panda de alienígenas en calzoncillos invadiera su espacio vital, era una proxeneta de recuerdos bailando entre la multitud con un jersey de rombos fluorescentes paralelos.
Todo se desmaterializó entre la cárcel de luz matinal que formaban los rayos que entraban por la ventana, al fin y al cabo sólo era luz, dijo.
La metástasis del deseo dentro de ella la hizo reencarnarse en bambú de oso panda, bambú afilado clavándose en su propia garganta, desparramando los abalorios encima de su cama. Lo echaba de menos y no se acordaba de ello, lo tenía presente porque ella caminaba sobre la cuerda floja entre lo que amaba y lo que odiaba, llevaba atado al cuello plomos para hundirse en los piropos disfrazados de cordero, no dejaba que una panda de alienígenas en calzoncillos invadiera su espacio vital, era una proxeneta de recuerdos bailando entre la multitud con un jersey de rombos fluorescentes paralelos.
Todo se desmaterializó entre la cárcel de luz matinal que formaban los rayos que entraban por la ventana, al fin y al cabo sólo era luz, dijo.