Mi corazón estaba tieso igual que las alas de mariposa disecadas de tu abuelo y había un coche en llamas lleno de asteroides y hormonas oculto en el barreño de uvas que iba a pisar, hoy más que nunca orbitan sobre mí miles de imprudencias que hacen trampa a aquellas muchachas desnudas del volley playa, espero que no acaben mareadas vomitando mis besos en la nuca por todo el vino, nunca os fiéis de las escuelas de golondrinas asediadas por aguijones-
Baltimore nunca baila sólo, el paraíso es un espejo roto que hay que barrer, Ofelia siempre flotará a pesar del peso de los gusanos.