Bailábamos un vals al ritmo de los crujidos de los cuellos de los cisnes al arrancarles la cabeza



Bailábamos un vals al ritmo de los crujidos de los cuellos de los cisnes al arrancarles la cabeza, cerrábamos los ojos tan fuerte para que las pestañas se clavaran como astillas en nuestra piel, en la profundidad de nuestras pupilas de cíclope, esperamos a que las gotas de sangre cayeran en finas rayas paralelas, bajando y abriendo nuestra piel en canal como cuando solías bajarme la cremallera de mi pantalón iluminados santificádamente por la luz del acuario, cara con cara y entre medio un reflejo de nosotros, y me dejaste plantar un susurro que decía; “No lo mates todavía déjalo un poco más sufrir”, en todos los pasaportes denegados, en todas las maletas sin nombre, en todas las macetas sin plantas.

Sin ninguna necesidad de repercutir en mis dedos de arrepentimiento, sin ninguna razón de más para recuperar el aliento deshilachado de tu espalda tiritando frente a mi almohada.

Diafania del lapsus



Caminaba de espaldas por las cintas transportadoras de tus largas piernas, patinando con mis pies descalzos sobre las lágrimas que por ellas descendían, ella guardó el maquillaje y las espuelas de caballo en su bolso apartando mis postales de los Everglades, niebla sobre los puentes colgantes del amazonas, viento e ingravidez, el gesto de coser con hilos dorados sobre tela, el gesto de batir la nata, satánicas sonrisas dentro de azucarillos y granos de arroz en saleros, respirábamos los gases tóxicos de la lava al entrar en contacto con el mar, el aliento tóxico que sale de la flauta del faquir que hipnotiza cobras, forzados como el cambio horario, reconstruyendo las ondas concéntricas de la cola del pavo real para que puedas seguir cambiando de color con la luz del sol.

Apetito de razones prostitutas


Demasiado tarde para contemplar el olvido de los amaneceres en tus ojos, el derecho de valorarnos, mi soplo frente a tu aliento, la línea de descomposición frente a los gusanos que despedazan el sueños, la cascada y la lluvia, soltando así las riendas y liberando el aire, la libertad de dudas y de vida, los caminos equivocados, la belleza de lo inhumano, la guerra infinita de instintos, la rivalidad de las verdades prostitutas, el tiempo es un muñeco de voodoo al cual le clavo las agujas de mi vida esperando que llegues y lo abraces para clavárselas bien hondas con tu cuerpo hasta matarlo, somos dinamita en fase hibernación.

Rezo cada noche por los productos sintéticos, los fuegos artificiales, la artillería ligera, a los cromatóforos, los niños mutilados y las mareas para mantenerme lejos de recordar tu fecha de cumpleaños.