Ayer dejé caer los velos, y toda las miradas cayeron a las profundidades, desnudándose mientras caían al abismo más oscuro, hay un extraño amor caminando descalzo, acercándose a lo que somos; cerdas de crin de caballo deslizándose sobre cuerdas tensadas al máximo, nadie huirá, nadie sobrevivirá, hay un extraño amor sosteniéndote con sus manos de brujo, esculpiendo con cada lágrima una promesa, nadie volverá a rezar en las catedrales de los huesos pélvicos de tus caderas, hay un extraño amor que florece de tus clavículas sólo en mitad de la noche, embriagando con su olor todas mis sombras...