Ni tan siquiera las pirámides supieron como expulsar a aquel demonio...



Vivo de la inmensitud de aquellas palabras vacías que me susurrabas flojito sobre las tempestades de mis oídos, vivo del carroñero recuerdo de cuando le enseñabas tu espalda a la madre naturaleza, hoy, los paños mojados de las estatuas de mármol ya no lloran por ti. Puedes salvar mi vida pero jamás podrás salvar mis pensamientos, mi alma, ni mis demonios... Perpetuo muro. La manera en que me pides perdón se llama libertad. Los lagos que forman los huecos de tus huesos con tus tendones siguen buscando un sueño del cual arrepentirse, la gente es muy interesante, la resaca es muy interesante.

El amor no entiende de estructuras óseas, ni melancolías. Grabé tu nombre en la espalda tatuada de mi soledad, y fui el armillo despellejado para forrar el aliento de tus dioses, me sigue gustando tu boca y todo su marfil, nuestro amor efímero y nuestras ganas de torturar.