Las rendijas de tu infierno son finas como cuchillas de afeitar y es imposible entrar sin haberse cortado antes. Tengo una jaula de grillos que cuelgo cada noche en la alféizar de mi ventana allí donde nos solíamos sentar desnudos en noches estivales, en esa misma jaula de grillos decanto el silencio de la noche mientras te recuerdo... Solo los buenos amantes procuran a los siervos del pecado las mejores noches, las mejores lluvias de estrellas, los mejores huracanes. Y es difícil pronunciar cuando se ama porque amar es el mayor de los pronombres. Deja que tu olor se marchite sobre mi piel como se marchitan los copos de nieve sobre la piel caliente en invierno.