Lo único que tenías que hacer era decir algo, lo que fuera



Aún en mi pensamiento sigues bañándote desnuda en la orilla del gatillo de mi rifle, aún en mi memoria siguen habiendo sesos tuyos con purpurina esparcidos por toda mi cama, en mi cabeza aún sigues recordándome que amarte fue escribir mi epitafio. Recuerdo la curtiduría en la cual hicieron tus pestañas de cuero, recuerdo como te calzaste mis párpados de látex, recordar esa olor hace que me duela la cabeza.

Hay una columna vertebral sobre ella un prisma proyecta un arcoíris en la base de tu cuello allí donde un lobo moribundo se desangra, es fácil acordarse de lo que has abusado, es fácil quitar el pintalabios a besos. Hay que cuidar muy bien a según que animales venenosos al fin y al cabo de ellos se extrae el antídoto de su propio veneno.