Dijiste que apretara un agujero más el bozal del querer y te dije mirándote que ya habías mordido los labios que te daban de beber.



Quiero desnudarme con abrigos hechos de pieles de poetas, amor… y ahogarme en esos bombones de licor de cereza que me daba tu madre. Un agridulce placer en tiempo sin fe. Correr delante del bien y del mal mientras se nos clavan esas hermosas hojas de cerezos, romper las lágrimas de porcelana de la vitrina que observa ese gato tonto. Una mujer fuerte de fe que quiera mis cigarrillos y una vida complicada. Sentimientos secados al sol como aletas amputadas de tiburón en azoteas de alguna casa china. Y con todo mi dolor te enseñé que mi corazón era un tejido sintético de tu alma y que aunque jugaras a travestirte con ella estabas desnuda.