Que, mi mundo, mundo!
Galletas en vez de melodramas de telenovela, sintagmas que contarán historias de espinacas funambulistas, monjas lesbianas y navidades, chocolatinas emperatrices y matemáticas encarceladas en tacitas taciturnas de plata, números pares, impares y diagonales, sensatez en la tez de plantas vegetarianas sin pulgón, sonrisas como moneda de cambio, pétalos como besos y verdades artísticas, pantalones racionales de pitillo y bodas en Aragón, infancia eterna, soñadores en la ducha envueltos en papel albal, investigadores en la estación, melocotones en el ático, amor en cada esquina y esquinas en cada corazón, mortales virtudes en bondades metafóricas, helados de dulce de leche a todas horas incluso por la mañana, deseos que no se cumplen los días de lluvia, un tren con sandias de ruedas, tu y yo entre pestañeos eternos y ojillos de mariposas, habrá casitas dentro de guisantes y Toto’s que te recibirán y la guerra no será una opción sino un recuerdo.
El pasaporte será la dignidad y se conquistará por excentricidad, nadie competirá sin antes pedir perdón todo el mundo será egoteista y no habrá que trabajar.