Sexo (Peajes en las utopías)





La gloria del leitmotiv es una cosa que me dilata la chabalería de mis neuronas, un mundo como este se merece un decapitador del frac. A pesar de los valores económicos en crisis y los long island ice tea a media tintas, sigo durmiendo con un pulpo con gafas en la cama, te odio carnicera! Quizás sea hora de hacer una decantación en las ostras marinelipodas y procrear melodías y ensamblajes de copla tricornial, eso, o acunar a la bestia parda.

Estoy muerto y no lo se, trabajo diario en un yugo semipistolar con un único destino olvidar todo lo que me preocupa y que rasga las entelequias mediocres de mi chándal de humo y vapor glasé, la condensación de mis pulmonías cretácicas y la gente que día a día me saluda forma parte de Internet y no son personas sino líneas de metro sin colores y acronismo debilitadores de creaciones malas y extasiables.

He perdido la esperanza sobre lo que se arrufa en mi flequillo y voy a contar mi historia: Díctico, fue un niño que tomo biberón hasta los 9 años, con 14 se drogaba con el ventolín (inhalador), con 16 paso por una etapa de vestir de negro, con 18 devino un genio, con 21 la genialidad se fue y llegaron las croquetas de chocolate y aserrín que debilitaron las corneas de su corazón y se desvanecieron cual melocotón en almíbar en salsa barbacoa.

No se ni lo que quiero, pero me apetece un chupito de Allure con nata y agua bendita.