El rigor mortis de la sibil·la en el área metropolitana de mi fracaso





1948, Aulesia… veo las niñeras de pesticidas entre la atracción política del éxtasis del azar americano y el hilo dental de mi felicidad enredado con los cables del discman. Llegó a ser la pala y el rastrillo totémico de una prótesis asiométrica perpetrando sueños sartreanos, pienso en perspectivas contraperspectivistas de una totalidad de preocupaciones desfibriladas . Su relación palpable de los responsabilistas en una hoja de cálculo, presiones constracturadas. ¿Y yo? Un kraken con el valor de lo atrezzado en los almanes very very frightening de sus escandiNabos. Hoy ha sido de caracoles en el champagne celebrando la conmemoración inconstitucional de lo enjaulado, de lo engendrado, de la inlatitud demostacional. Dudo siempre de sus miradas primaverales en problemas legales, dudo del promedio, dudo de la trascendencia tibiana en su acorazada e infame rueda del reloj, dudo del rigor de la sibil·la en el área metropolitana de mi fracaso ¿Ambilirla al sometimiento desesperatual?.

Miro la ingratitud de los mariscos, pienso en las traslaciones arabescas entre las incongruencias piriformes del gesto automático en el sentido de lo hortera y lo peor de todo es que me apasiona, la carta a un mendrugo de pan.

P.D Enchufa la impronta mutante del retrato de mi inocencia, apaga el rigor mortis de mis versos vectoriales.