El cinturón de castidad de mi mentalidad pulmonar
Mi patria es el cinturón de castidad de mi mentalidad pulmonar y los muebles son las sabanas sucias dobladas en tangram, puedes engullir mis temblores o martillar mis trituraciones con tus tacones, esnifar el revolver y las especias medicinales de la archidiócesis de la artemia, mandar un comunicado a todos los arañazos de mis músculos, y despiezarme entre el menú de las 2:30 pm y el de las 9:45 pm, inscribir en tus mentiras que todo estaba encaminado al silicio en el corazón y a la heterodoxa en los tintes de pelo, y con la misma ingratitud convertir a las jinetes que cabalgaban por encima de mi altar en simples definiciones de diccionario, atraviesa las paredes de papel de mi paraguas japonés en caracteres occidentales y escribe con caligrafía binaria la carrera con menos salidas, la de tus medias y la salida con menos medias, la de tu carrera.
De fieras y féretros, lo neceosito todo, los narcóticos, el sexo oral y los muñecos de plastelina… el último salmo samurai, y todas tus listas de bodas con nombres de pitufos, la candidez con la que despachabas a los comensales de tu corazón, descubiertos al cenar y cubiertos cenando.
Déjame equivocarme a tu lado…