La misericordia de la cánula y el cateter de nuestro amor





Del azúcar sintético al amargo decibelio del grito, así fue como el encanto del tungsteno encendió la mecha, sonando de fondo héroes y abrazando el tango de fuego en nuestro baptismo de purpurina, arena de color beige sobre el árbol de navidad, que difícil era ser; tu el catéter y yo la cánula con el cual cosíamos los jerseys de esperanza con los que nos vestíamos en navidad.

Arrastrábamos la memoria colectiva y la razón corporal de los extraños de tu anatomía disidente excarcelada de promesas y sueños, riñas que se estrellan sobre mi capa de ozono con el gran agujero de soledad solar y la lluvia que se RIPea a tu lado, la ciudad apagó el radiador que daba lumbre al contrafuerte de las visiones de bolas de cristal y manos sintéticas.