Puedes infectarte de creencias absurdas y rituales impíos, puedes estremecerte con tanta iconografía sangrante y lágrimas de pegamento, puedes enamorarte de mártires, corsarios y prostitutas, pero no olvides la cacería de malaventura y constricción que me prometiste al amparo del sauce llorón que nos mutilaba, déjate seducir por las pérdidas, las mentes encementadas con las que construimos esta catedral de vicio, el vértice, la llanura y el plantel de ira que brota sobre el cuerpo inerte de nuestra soledad, lloraste pueblos enteros hundidos en laca de uñas, y aún hoy tus lágrimas me recuerdan los ciclos estacionales de los que no supimos sobrevivir.