Cada rincón de tu piel me recuerda a un exorcismo fallado. Y pusimos nuestras yemas de los dedos sobre el planchette y nos dimos cuenta de que había demasiados fantasmas apañándoselas para sacarme de tu cuerpo, así en la tierra como en tu boca. He puesto tu corazón en el congelador y ahora dentro de un ratito lo rallaré para dárselo de comer a mi ajolote.
He creído que la vida me tatuaba pero al final me di cuenta que eran sólo tus pecados. ¿Echamos el segundo?
He creído que la vida me tatuaba pero al final me di cuenta que eran sólo tus pecados. ¿Echamos el segundo?