Dejo que los pelos de tu lengua de gato se deslicen sobre mis costillas de hielo descendiendo por mi piel como gotas de cera caliente de velas de catedral apócrifas,... estaba escrito, bordado sobre tu paladar, pero nadie lo escribió por miedo a que se descosiera, por miedo a que se deshiciera y me abrirás en canal y cambiarás tu impresión de mí, embriagándote con los olores de acetatos, aceites, aglutinantes y conservantes de mi interior y sonreirás por todo aquello que jamás podrás restaurar de nosotros mismos.