Adagio para la insurrección del firmamento



Inextirpable impromptus en el solsticio invernal, llevándose en espiral la alternancia de lo infinito, consumando tras sus vitelinas manos el tiempo, reposando sus caderas sobre cánulas de plumas negras enraizadas a la piel de la hiedra inerte, latidos que ejercen de engranajes sobre las fuerzas impalables, hoy, mis lágrimas saladas darán de beber a los campos de caña de azúcar...

El sentimiento destruye a la razón primero.