Los geniales riesgos



Fría y calculadora hizo temblar las capas de cebolla que adornaban su himen, aquel sonido dual volvería a despertar mi corazón aleatorio. Eran las 2:46 pm y la ventana reflejaba mil veces el espejo del otro extremo de mi habitación dejando filtrarse un fino hilo de su perfume... Sonaba de fondo The Smiths y las paredes se abrían en procesión brotando lágrimas de fuego entre las racholas. Dejaba que la rueda donde hacía gimnasia su hámster fuera su única religión, y como todo buen feligrés mentía al declarar su amor... puso el contestador a grabar y garabateó la capilla Sixtina con poesías de Benedetti, infarto solar y lentos espasmos epilépticos de necesidad.

Desplumó mis alvéolos pulmonares de la misma forma con la que desplumaba las perdices, sus deslices con otros hombres y su memoria. La primera de las muchas charla que mantuvimos fue en el infierno y a cada uno de los lados, una garantía de confidencialidad y celibato, al final le propuse matrimonio en las profundidades del océano índico, entre platos sucios, destinados al más ruin fracaso, le dije: —Déjame equivocarme a tu lado. Y ella equivocándose al contestarme me dijo: —Déjame relajarte de mi lado, no te necesito, amor...

FELIZ 2012