De la inocencia al inocente (Tercera parte) “REVERENCIA”





Una cardiolapidación de gel encima de bufandas vespertinas, su regusto organizablemente orgánico podía defender los huéspedes y el dinero para Speedy, encontrándonos en la habitación de invitados dvd’s con los primeros atardeceres en el planeta tierra. Era el redimir de mis Levis Strauss y su ridiculez era el oráculo que enorgullecía las noches diurnas y las mañanas interiores de paz. De todas las homiliíllas y anticristos ministeriales su largo domingo nosferatular, unas primeras rosas disecadas con manteca de cerdo, sus encontronazos desconectados y unos susurros en la eternidad entre virus y encubiertas libertarias.

Encontraba en su resfriado participativo los cinturones de castiguidad y las lagunas de tos Néssica de enfermedad, todo era lo que quería, todo y la divinidad matemática de lo olvidado, por todo, lo necesario por todo, lo umbilical. El amago de la necesidad por la interpretación de los hechos y el razonamiento interior el zafón de las más infinitas torpezas, miedo a 2010, miedo a una integridad materialista y nombrable. Correctividad, y conectividad entre melancolías en barbecho y almíbar, cardíacas, no iones de maternidad.

Todo volvió a la soledad, no me reía de nada, solo de mi voluntad de no conseguir reír, mientras tanto la codicia, la estupidez y el miedo sonoro volvía a materializarse en un creek lies show de mucho cuidado… llevando una cinta naranja en el cuello. Necesitaba volver a encontrar una razón de por qué todo resultaba tan lento, una licipaina nórdica, una tos que encontraba la realidad de mi interior, el aliento de la simplicidad, el sonido de todos los más rápidos mordimientos. No todo está perdido en una salvaje cresta de la ola sino en un balcón de psiquiátrico. El misterio de trenes sin autoestopistas, con retrasos de siestas a las 5 de la tarde y volver a utilizarlo todo en días extraños de T10.

De cuando la Nocilla marcó el final de la actuación…