Llevo tus degollamientos de collar y todos los nombres de tus amantes que acabaron mal de rosario, ahora que es otoño pienso en nuestros veranos en aquellas calas entre tus colmillos, abrigados por el oleaje de tu lengua corrompiendo mis pulmones, infectados de atemporalidad marina, dos siluetas inertes ahogándose por la luz, y fuimos la causa, el indicio y la consecuencia, y crujiste mis huesos del corazón, y desplumaste la piel del corazón.
Finales que te recuerdan que estás vivo y que eres indomable
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