Vengo de donde la albahaca florece a destiempo. Al abrigo de tus ramificados huesos me acurruco, esperando a que me sostengas sin manos, sujeta sin manos este dolor, como la noche me sostiene ante la muchedumbre de las calles, allí donde cada gota de lluvia es una semilla esteril, allí donde las siluetas de los edificios frente a la niebla son solo el primer puerto del viaje.