Los geniales riesgos



Fría y calculadora hizo temblar las capas de cebolla que adornaban su himen, aquel sonido dual volvería a despertar mi corazón aleatorio. Eran las 2:46 pm y la ventana reflejaba mil veces el espejo del otro extremo de mi habitación dejando filtrarse un fino hilo de su perfume... Sonaba de fondo The Smiths y las paredes se abrían en procesión brotando lágrimas de fuego entre las racholas. Dejaba que la rueda donde hacía gimnasia su hámster fuera su única religión, y como todo buen feligrés mentía al declarar su amor... puso el contestador a grabar y garabateó la capilla Sixtina con poesías de Benedetti, infarto solar y lentos espasmos epilépticos de necesidad.

Desplumó mis alvéolos pulmonares de la misma forma con la que desplumaba las perdices, sus deslices con otros hombres y su memoria. La primera de las muchas charla que mantuvimos fue en el infierno y a cada uno de los lados, una garantía de confidencialidad y celibato, al final le propuse matrimonio en las profundidades del océano índico, entre platos sucios, destinados al más ruin fracaso, le dije: —Déjame equivocarme a tu lado. Y ella equivocándose al contestarme me dijo: —Déjame relajarte de mi lado, no te necesito, amor...

FELIZ 2012

Primeras nupcias de una defunción en pareja de tres



Los cuidados paliativos hacia lo que llamábamos conciencia de amor, esa conciencia que nos quema y nos ayuda a cauterizar las heridas que el corazón guarda como estereotipo del fracaso, esa misma alma que expía lo efímero del amor para transformarlo eterno. Y fuimos algunas veces estricnina que acariciaba el cielo matando las nubes, porque el amor es amor no se necesitan tratados participativos, ni firmas, nunca te dejaré porque estar contigo o no, es como estar contigo, por siempre irreductibles brutalmente sentimentales, le rezo a todo el bien que nos prometemos esta noche para que proteja aquello de lo que trato de huir.

Llévame allí donde las almas se colapsan, donde la pista de hielo es de sangre congelada, llévame a ese país de corazones con muñones.

Lo que las agujas de tatuar arrastran al clavarse en tu piel en este tiempo de turbulencias y tinta china



Se tatuó en una cabina de teleférico para que la sangre quedara suspendida entre montañas, esa fue la escena que tanto esperó revelar. La pequeña habitación blanca quedó manchada de salpicaduras de tinta negra, acabó tatuándose las distracciones que la habían echo cambiar y las historietas que la mantenía atenta a la felicidad, ella era su propia adicción a los estómagos de mariposas pisoteadas con tacones al bailar, su religión era la de las micropartículas de color que tantas veces se habían filtrado en lo más profundo de su piel, la substancialidad, seguía viviendo en esa isla de tinta negra rodeada por un mar rojo de irritación de piel, corriendo el riesgo de únicamente ser dolor.

Caricias de látex y agujas inyectables formaban el cliché del vicio, como en un ritual de drogadictos, se mantenían firmes a los aros dilatadores de sus convicciones, estaba más cerca de él de lo que jamás pudiese haber respirado, al fin y al cabo el mayor acto de amor es él de dejarse tatuar por la persona que amas.

Las lágrimas subían como percas por nuestro riego sanguíneo


He llenado la cueva con animales venenosos albinos enterrando entre tu maquillaje mi fe, al fin y al cabo sólo somos maniquíes de pruebas nucleares esperando una explosión atómica, en todo este tiempo que te he estado esperando me he hecho amigo de los gigantes de circo que no me dejaban verte actuar, de las mandíbulas y del humo de tus cigarros mentolados. ¿Te acordarás entonces de mí cuando te estés bañando entre las llamas del infierno? Somos la literatura calcinada que orbita en vano entre nuestras vértebras. Sólo quiero ser un teorema mal aplicado, sólo soy un cliché.

Las lágrimas subían como percas por nuestro riego sanguíneo, ese era nuestro río preferido del paraíso, los otros 6 habían descarrilado atándose como en el nudo de tus zapatillas de ballet, 7 ríos que en la noche quedaban disfrazados por el ojo con persianas, la sombra de la ceguera y las sombras de los árboles parecían la garganta de los días australes y nadie, absolutamente nadie podía utilizar ninguna de sus armas secretas, todo se acumulaba en ese paraíso iónico que habíamos creado, la luz, las sabanas y todos los sueños que utilizábamos como material para quemar y así poder calentarnos.

Trayectoria descendiente



Se afeitó el cuello con su trayectoria, descendiendo hacia sus sienes, clavando su afilada cuchilla en sus vísceras cerebrales, durante unos segundo los pelillos afeitados se introdujeron en la corteza cerebral, sintiendo pequeñas cosquillas punzantes, al gotear las primeras gotas de sangre matinal, se sobreexcitó, arrancando con su propia eyaculación las venillas de su cerebro y se dispuso a ensamblarlas como si fueran pequeños hilos hasta confeccionarse una corbata, había caído demasiadas veces como también lo había hecho el pestillo de su lavabo al masturbarse, había llorado tanto que la humedad arrugó sus corneas distorsionando el recuerdo de lo que fue.

No te equivoques ser Dios es una trayectoria descendente hacia universos reprimidos.

Yo desciendo, yo disiento, yo desmiento, yo desdiento.

Colaboración en: latrayectoria12

Orgía despedazada por una fibrilación



Voy a estar a tu lado aguantando en mi mano el lago congelado de lágrimas con él que amputaré tus deseos engangrenados cada vez que lo necesites, he visto ahí a lo lejos el sol subido en un andamio soñando con poder pintar el cielo de amarillo para ti, estamos encerrados en un manicomio en las alas de la cucaracha, esa que aplastábamos al principio por repugnante y que ahora se ha transformado en nuestro hogar, el veneno se desentiende de nosotros, estamos empalados en nuestra soledad, estamos condenados al amor, sigo absorbiendo las consecuencias de trasnochar, el opio es la única carta de navegación, aguanto como atlas el peso de la esfinge sin entender que es lo que me pregunta, la tortura es ineficaz, mortificarse es nuestro único placer, pero mañana nos iremos de aquí volando en un aleteo ventricular.

Los peces abisales en la oscuridad de tu corazón flamígero



Que se me peguen tus sueños como si fueran las sabanas,
Como las lagañas y los parteluces que separan mis pesadillas de lo real,
Que me pierda en líneas generales y por nada en concreto.

Como tarde y como espera y aguantarlo todo en mis tiernas falanges,
Así se me recree la noción del imperio del desenfreno, la culpa, la precisión,
Todo lo que se hiere en el inaudito y recóndito placer de escucharnos.

No te pierdas en las sendas que se ocultan en tu humo de sed,
Aumenta la pureza de los años del dolor moral, de todas las riñas,
Ese expiatorio lugar en el que concebir la civilización austral.

Todas las vidas sin conexión, todo lo que se siente como incongruente
Y todo lo enfrentado, no te canses, recupéralo todo como en un flashbacks,
Como todo lo que nunca empezó pero al final fue un al fin y al cabo.

Cuadro múltiple de relaciones interestelares en una navegación sin gps



Y pensó que si seguía llorando a lágrima viva acabaría creciéndole musgo en los lagrimales.

La metástasis del deseo dentro de ella la hizo reencarnarse en bambú de oso panda, bambú afilado clavándose en su propia garganta, desparramando los abalorios encima de su cama. Lo echaba de menos y no se acordaba de ello, lo tenía presente porque ella caminaba sobre la cuerda floja entre lo que amaba y lo que odiaba, llevaba atado al cuello plomos para hundirse en los piropos disfrazados de cordero, no dejaba que una panda de alienígenas en calzoncillos invadiera su espacio vital, era una proxeneta de recuerdos bailando entre la multitud con un jersey de rombos fluorescentes paralelos.

Todo se desmaterializó entre la cárcel de luz matinal que formaban los rayos que entraban por la ventana, al fin y al cabo sólo era luz, dijo.

A cerca de la misantropía floral



Grito como una fan extasiada hincando los pies en la carne cruda para que la espiral de agua no me arrastre a la profundidad de la realidad. Aún sigo lamiendo la sangre falsa de sus heridas, tranquila, me mantengo firme a mi religión, el recuerdo es casi, casi como la piedad de Miguel Ángel sosteniéndome con sus dedos de plumilla y frío mármol, espero que la soledad me pille mezclando el champagne y la absenta, ese que me sirve para aligerar el peso de las alas de estos ángeles caídos a los cuales les susurro con mi piel mi sagrada voluntad, me mantengo expectante por ver cual será el próximo paso en falso, nunca he tenido fe pero siempre he creído que acabaría en la catedral cortado en mil pedazos por las luces de colores de sus cristaleras.

Encontré entre tus flores muertas el kit de sutura con el cual remendarme los pulmones y crear una cárcel pulmonar de latigazos y sinceridad para poder respirar. El asesinato teatral y el homicidio de tus huesos aún siguen bailando dentro de mi oscuridad, pero yo soy más rápido.

Lobotomía en luna llena



— ¿Cuéntame… como empezó todo?

—Te refieres al salitre contra las alas de mariposa.

— ¿Salitre?

—Sí, sus manos eran salitre, salitre en mi aeropuerto de juguete, allí fue donde asesinó todos mis aviones, extirpándoles las alas para que yo no pudiera escapar, a veces era lo primordial y otras no, pero siempre estaba allí sentada, llorando junto a ese montón de alas muertas. La proeza, crudeza y realeza de sus manos y fue con ellas con las que curó mi enfermedad cosiéndole las alas de las mariposas a aquellos aviones, dejándome a mí tumbado junto al montón de cuerpos de mariposas muertas.

El principio nunca estuvo claro, lo que si sé con total seguridad fue el final: Todo acabó cuando ella me hizo una lobotomía en aquella noche de luna llena.

Momento íntimo de sensualidad translúcida compartida por capricho de la excitación nocturna de este viernes múltiple frente a la Venus de Milo



Jesse Bubble dijo: —Sobreexponme.

El chico de las gafas en espiral respondió: —Te ataría con cuerdas de nylon a la barandilla de mis colmillos para que vieras desde allí alto mis glándulas salivares preparadas, luego te abriría lentamente en canal con esas dulces cuchillas de marfil, rasgando la ropa, te miraría y poniéndote mi sonrisa sarcástica, desvestiría a tu corazón con las esvásticas de mi pelo penetrando hasta en el más pequeño de tus poros, te mantendría congelada, al tiempo que preparo el agua hirviendo con mi cuerpo para echártela súbitamente encima de tus pechos, así al derretirse se filtraría por el interior de tus muslos hasta llegar a tus labios y seguramente en ese punto de fragor humano humedecería mi lengua bífida hasta límites insondables, inyectando con movimientos circulares en tu clítoris duro todo lo mucho que te odio.

Poco a poco al tiempo que empiezas a notarme dentro de ti, desataría las cuerdas, sin que te dieras cuenta, derritiéndolas con la cera de mis manos, entonces en ese momento te dejaría que te pusieras encima mío y desataras las venas de mi polla y con ellas me ataras fuertemente a la cama, dejándome las marcas en las costillas, ahí supongo que te dejaría hacer lo que quisieras, pero si quieres que te aconseje... me gustaría que me taparas los ojos con terciopelo azul, nada de látex, el semen queda mejor sobre terciopelo, te dejaría que dejaras caer tu saliva encima de mi boca, que me mordieras la espalda, te dejaría que arañaras mi estupidez por no haberme vengado antes de desatarte, te dejaría que me sujetaras mi mano en tu cuello mientras te lo aprieto, tu si quieres puedes pincharme los ojos con las varillas del sujetador, me desatarías una mano para que pudiera untarla en chocolate y azotarte hasta que el rojo de tu piel junto al marrón del chocolate quedaran diluidos y te dejaría que te sentaras encima de mi lengua.

Pasaría cada milímetro de mis labios por los sitios que me dejaras y acabaría mutilando tus pezones con mis pestañas, te mordería, te mordería hasta los filos de tus apuntes para que luego cada vez que los rozaras con tus dedos al estudiar te acordaras de esa noche de sangre y ascuas, te dejaría también que araras mi espalda con tus uñas y metieras la sudor condensada en ellas, besaría tus santas uñas lentamente hasta transformarlas en anclas y acabaría chupando esos anclas como si la vida se me fuera en ello, descendiendo en una anástasis por tu cuerpo mientras te beso el cuello, mis besos harían eses como los patinadores de patinaje artístico, pero esta vez sin cuchillas de por medio, sólo labios cortantes y te susurraría te amos infinitos, pero no de esos te amos puros y falsos, sino te amos crueles y tóxicos, haría estremecerte tocando los botones de tu blusa arrugada en el suelo, saltando de botón en botón, apretando suavemente tus brazos para que te quedaran ligeramente marcados mis dedos, te pondría tumbada mirando al techo de la habitación, con las piernas juntas y rallaría mi lengua contra la parte rasurada de tu vello púbico para que los trocitos de mi lengua fueran miles de pequeñas lenguas que caerían hacia abajo dentro de tu coño, entonces en ese momento en el cual permanecieras extasiada, te pediría que te durmieras para que el orgasmo lo tuvieras en un sueño y así al despertar seguir follándote.

El amante inorgánico



La sangre se ha transformado en grosellas brotando de la misma manera sobre el amante inorgánico. Me ha herido con el pico de pájaros muertos, mientras deshacía la maleta en mi último aliento. Las bandadas de fría carne de matadero me han ayudado a sobrevivir. Me he atado los pantalones con la castración de las moscas de mi cadáver, la reputación de los lobos con sed de corderos, los reflejos de tu pelo en el lubricante de las pastillas para tragar.

Adopta la madriguera, cuenta los segundo que tardaste en caer, y así una vez, tal y como no planeamos, sobre, sólo una, pero a la vez, tal vez.

El punto impreciso sobre el decidir



Se nos cultivó con la emoción de los insoportados, incentivando una estructura ascética, inculcándonos el respeto a la eternidad, se nos involucró en un entramado desapercibido de histeria, se nos llamó a declarar, y percibimos todo lo que empezó con aquella ruptura de besos en el lagrimal.

Y corté la noche por la línea de puntos y borré el sol con la espuma de afeitar, arañando cada una de las cuerdas vocales que ataban tu espalda, nervioso y exhumado, desenfocando la Guayana Francesa de nuestro brindis en la jaula de burbujas de saliva.

La crisis de todos los guantes de quirófano, la eyaculación del resplandor de la luz de dentista, los andamios de bambú clavados en mi corazón, flotando en el riesgo.

Envuélveme esos hígados para mi perra.

El énfasis de lo inocuo



He creado un circo de risas y devoción bajo una tela de clemátides y girasoles, lo he creado a partir de lo que sé que está mal, de lo más profundo, agónico y ruin de mi ser, no tengo miedo a parecer débil ni modernillo, he cuidado hasta el último detalle, para que los espectadores sufran tal y como yo lo hago al verlos a ellos, supongo que se lo debo, la reciprocoicidad del odio creo, no hay plan B, no ha habido suficiente dinero para la red de seguridad de los trapecistas, pero eso no importa ahora, el inventario sigue oculto.

Todo esto es una escusa para montar mi mausoleo simplemente quiero acabar donde todo comenzó, he preparado una urna interestelar con aire acondicionado debajo del escenario donde poder descansar por fin. Esta olor me esta matando, creo que lo llaman realidad o estiércol, estoy casado con mis excusas, creo que a este circo lo voy a llamar el énfasis de lo inocuo.

Psicofonias para un retrato robot del alma



Las cuchillas del cortacésped se niegan a pedirme perdón, es sólo sangre dicen... Te necesito cerca, no me escuches. El colchón esta empapado de flores está en el suelo muerto, al lado de la esquina donde nace nuestro rosal. Acuérdate que la primera proporción es adorar falsas faldas, ensordecerse con el dolor tipográfico o sufrir como un sombrero de Isabella Blow, eres sed y eres humedad. Te sentaste enfrente de mi juventud mirando por la ventana del tiempo, arando cada reflejo con tus uñas, te diste cuenta que mis ojos entreabiertos habían escogido aquella canción del tocadiscos y detuviste aquel instante, agotando hasta la última oportunidad, meteorizándonos y encubriendo las historietas de empujones hasta la garganta, era fácil y sencillo consistía en componer un réquiem para un dolor de cabeza.

La década de los bigotes en llamas



Te prometí que construiría torres de ceniza para que las utilizaras de antorcha y quemarme vivo… ya sabes mi carne cruda se cauteriza con tus besos, he confundido el verano con mis sueños, la realidad de pastillas para dormir. Te engañaría si te dijera que no me he perforado los pezones para sentir el dolor cerca del corazón, te sientes tan cerca de mi como ese dolor, me gustaría estrangularte mientras se produce el milagro en tu mente, estoy agotado, no tardes en negármelo todo, no pienses que aún sigo enamorado de ti, sólo que me gustaría empezar a quemarlo todo contigo de nuevo, quería protegerte de la lluvia de pájaros en llamas, dejaré el gas abierto para que enciendas la llama de mi corazón y saltemos por los aires.-

Exégesis del cáliz paraguas



Hoy volaremos a un estado neural indisoluble a una mentalidad pulmonar de abrumadas lágrimas y haches desn/mudas, de recuerdos y sueños, voy a condicionar tu torpeza para que descubras que la inspiración y la muerte son gemelas, que no hay miedos, ni perdón, que los recuerdos son sólo historias adulteradas de brujas, hoy metabolizarás el sexo y expiarás la culpa de tu síndrome de incontinencia sentimental, voy a ser ese oleaje de cuchillos que viene y va en tu nariz vaginal, te mantendrás inerte ante lo que voy a injertarte en la camposanto de tu mente porque eres insomnio purificado en agua bendecida, no te rindas ante la vida, el hueso está forzando lo ortopédico de tu cansancio, no desfallezcas, no ahora, quédate porque voy a enseñarte a usar paraguas, no me refiero a esos de cuando llueve o hace sol sino a los paraguas de todo aquello que te atormenta.

El escalímetro de tu vello



Vello de germen y anticuerpo, vello que se coagula en la oscuridad, tupido vello de pecho que se transforma en alfombra de pinchos de faquir cuando te tumbas sobre él. Vello hasta en el corazón que tiembla cuando sopla el viento, vello bien tupido, vello hasta en la sopa, vello que brilla mojado, vello bien negro, trágico y mimético. Me llega hasta la garganta y se escurre como espaguetis sobre mi alma, llega incluso a penetrar sobre el estomago como el tronco de un árbol, especulando con el calor de los dedos ajenos, bajando las raíces de su tronco velludo a la entrepierna, ampliándose y cubriendo todo en su alrededor, dedos, yemas de dedos velludos escarbando en el bosque austral, acariciándolo, peinándolo a dos manos.

Un vello de hiedra que se enzarza como espinas en el tronco produciendo cortes en la corteza cerebral, niebla de vello en la entrepierna, un manglar de vello y ramas, de riachuelos que inundan el algoritmo de leches amarradas a un ictus de orgasmo, pasión selvática regida por las lluvias torrenciales sobreexcitadas de la marea y los temperamentos de navegantes perdidos de sed y vello.

Gente inocente enzarzada en tus pestañas



Al juguete roto que sueña con la hoguera de grilletes, al suicida con paracaídas que se dirige hacia el huracán; sigue engullendo mi casa, amputando cada uno de mis ganchos por los que cuelgo como el fiambre de la cámara frigorífica de tu corazón, llenamos la lente de mi cámara de alpiste para que comiera aquel pobre gorrión desafiando las leyes de la naturaleza y al final acabó muriendo por estar enjaulado.

He nacido para oír como gemías de dolor en el orgasmo de la vida, he muerto para que las telarañas de mi cuerpo te sirvan de perchero y cuelgues tus sueños. Quiero estar confuso de la misma manera que tú confundes los segundos previos al suicidio, oyes como tus lágrimas de juguete lloran soldaditos de plomo y cuernos coralinos del ciervo fracasado de nuestra relación. Nos importamos tan poco que bailas cada noche con mi cadáver sin darte cuenta que no está vivo, no sabemos escucharnos, voy a correr el riesgo de ser trágicamente asesinado por tu olvido, lo consideraré un suicidio asistido…

Tratado sobre la partenogénesis del corazón



Notificando a la ausencia de las galaxias en espiral del polvo incinerado del amor:

Los amantes han dejado de leerse, las pautas y el rumbo han sido cambiados, están a la deriva, navegado sobre la vela agujereada por la presión acida de los sueños, se encuentran sólo al despedirse, hace tiempo que observo su campo magnético y como este separa los guisantes de la carne, las variables son aleatorias y no logro entender el sentido confuso del sentimiento, tampoco su penitencia, ni sus pestañas de cuero, estoy centrado en entender como sus pupilas de cuervo interaccionan simbióticamente con el caucho de sus parpados creando un ecosistema viciado, creo que las lágrimas de él son el gas lacrimógeno que la hace llorar, se maltratan mientras orbitan en las mascaras de zorras, el sentimiento es leve pero terriblemente dañino produciendo cortes en la piel que desembocan en costras que levitan encima de sus heridas.

La intriga se ha apoderado de mí y me ha hecho perder la idea principal de mi investigación aquella en la cual trataba de entender cómo un corazón podía reproducirse asexualmente.

El despertar de mi eutanasia de madrugada



Si, lo soy todo, absolutamente todo, el bien, el mal y tu peor pesadilla, soy el cielo, el infierno, el mar y la montaña, soy todo lo que quieras que sea y de la forma que quieras que sea, soy tu razón y tus sentimientos, la piel de gallina, el techo de tu habitación, soy el crujir de los huesos de tus manos, tus pupilas dilatadas, soy tu ritmo cardíaco, tus lágrimas y tu sonrisa, soy tu ventana abierta, tu suicidio, tus medias rotas, tu gota de sudor, soy tu sufrimiento y tu anhelo, soy los mensajes de tu contestador, soy tus números, tus tribulaciones, soy tus pulmones y tu hígado, soy las falanges de tu mano derecha, soy el patio que nunca tuviste, las orquídeas que no se marchitaron y todo lo que ocultas entre los parpados, tu todo.

Mira chata tu para mi eres el clic antes de acostarme y el no poder abrir los ojos por la mañana por la luz solar, te equivocarías si pensaras que sigo superficial a todo esto, porque respiro por tu olvido y miro al futuro con tu deseo de vuelta, todo está onomatopéicamente perfecto pero las razones siguen fluyendo y este río es un profundo y oscuro oceano escalonado que sigue su curso, te necesito siempre, aunque te entierres en todo lo que quieras en montañas de semillas o eyaculaciones estelares, pero ya sabes que todo lo que he construido es indestructible que no hay mas maneras de hacerte entender que eres libre dentro de mi jaula cerebral.

Esnifando el polvo de las alas de las mariposas




Alguna vez los cuervos nos enseñarán a no tenerle miedo a las cosas que brillan, a aunar el decibelio del pavor, a prescindir del cordón umbilical que estrangula nuestros sueños, el cobijo nos rehúye, quema tus ojos y verás el mundo empalado en tu estupidez, la mente está despejada cuando dejas de mirar el acuario de tu inutilidad en tus lágrimas de babas, cuando interpretas una verborrea viril, la moral de la distracción, el cuento de la princesa y la silla eléctrica y sólo espero que nos queden secuelas de las sabanas de huesos de aquel motel.

Hace una extraña noche apenada en conjunción con la cuerda de mi reloj, todo es tiempo, nada es fácil, he rellenado el vaso con alas de mariposas, he extraído el polvito de sus alas y me lo voy a esnifar, déjame, quiero ser libre, prepárate la purpurina, demuéstrale a tus pulmones que ellos también pueden brillar como tu alma, una muerte con purpurina y polvos de alas de mariposa en el alma es lo que andábamos buscando...

¿Y si mejor me besas y saltamos los dos al tren?

Déjame equivocarme a tu lado




Déjame comerte como si fueras mi corazón, déjame arañar tus uñas y grabar en ellas todos mis destinos, déjame comerte como si fuera el mes de abril, como si tu fueras el dulce de leche de mis dientes, déjame desearte que me ames, déjame perdonarte si no eres feliz y si te escapas al nuevo milenio, déjame empezarlo de nuevo todo a cada cuarto de hora, déjame abrazar el imperio de tus labios en esta batalla de amor, déjame jugar sucio y ser bondadoso con mis enemigos, dame permiso para hacerte vivir junto a mi en un frasco de vainilla enterrado en una botella de leche, pídeme que te haga nacer mis caricias en tu espalda y que afloren de ellas lentos camaleones con diamantes en forma de ancla tatuados en la fascinación de nuestra única y simbiótica vida, permanece digna y que las lágrimas tuyas sean gominolas con forma de gato, podemos ser amantes o amigos pero al menos déjame intentarlo.-

La idea era recuperar el tiempo perdido clavando moscas con alfileres en nuestro café



El privilegio de la rana esnifando la ceniza del incienso de la contradicción, no quería reconocimiento sólo quería la devoción de los que me odian para atarme los zapatos con sus plegarias.

Culpable de la mentalidad esterilizada de mi origen, ególatra de circunstancias irrelevantes, y sobre la línea de mi propia tortura, un guión largo para clavar las botellas de champagne, equilibrar las estatuas en la balanza y sacar las rebeliones y los nuevos síndromes de Diógenes de amistad, el ranking de la inseminación espacial de claves y prototipos, la depuradora de cuervos y mujeres en fase lactante, el gremio de actores plastificados, la generación del canalillo y la repercusión de la cremallera, una primera inteligencia que pasaría desapercibida si no fuese por el esfuerzo hitleriano al hacer el almuerzo, no dejes que los ukeleles crezcan cerca de tus sueños.

Decálogo de la electricidad estática de mi corazón




La reina de lagrimones era un travesti malformado del ego de mis pesadillas una idea de rabia y claustrofobia que se contagiaba al rebaño de ciervos de mi consciencia, una oleada de manoseadas rubias en el silencio alucinógeno de aquella crisálida de esperanza llamada a ser mi noche. Con un rápido y certero movimiento atravesó las espadas del cofre del faquir y salvó de forma piadosa el rastro de trenzas hechas con mis venas.

Nos dejó en la nevera su primer campo magnético de masturbación, su especial devoción por la cubierta del barco de mi obsesión, un repaso por las alas de la golondrina utilizadas de tirachinas.

— ¡Corre! Ven conmigo, quiero desayunarte… enséñame los dientes para ayudarte a ladrar.

El ruego de los inmorales




Ser quien eres y atreverte a perder aquello que significas para convertirte en su búsqueda, rasgarte el corazón por la libertad y la gloria de tu excepcionalidad y permanecer en la creencia que te hace único, tu propia filosofía. No dejes que los clones derrumben el imperio de belleza que has creado, que no crucen las fronteras de tu genialidad, haz que te odien por tu rareza inidentificable que vean anochecer el crepúsculo de su idiotez.

Soy el genial triunfo de la excentricidad, único en mi incomprensión, simbólico y antropófago y seguiré creyendo en mi propia razón de obrar porque esto es lo que realmente me hace libre.

El relato mitológico de tu incineración





Alístate al infierno y házmelo tuyo, házmelo saber, hazme compartir tus cristales de gafas, tu graduación, todo lo que odias y amas compártemelo todo y de vez en cuando algún rallito de sol, sabes que el tiempo llega tarde a nuestra cita, que no somos ninguna casita de chocolate, que el ritmo de la vida se deshace como una gelatina de fresa al sol, se humilde y respeta el turno de palabra de aquellas reacciones alérgicas inmortales de mi piel y ante cualquier desproporcionada razón o mutación de nuestro sueño vuelve a convertirte en mi primera voluntad, arrinconando el letargo del convencimiento y el consejo ajeno marchitado en la incandescencia del sufrimiento y en la lentitud asilvestrada ingravitacional del placer.

Extraña Liébana aún humeante que responde a mis súplicas con codazos y estruendosas ingratitudes, ahuyenta sus manos de mi estrangular y haz sonar el último cascabel de su garganta como si fuera un aullido.

Rectificando de placer para que no se muera





El cretácico de los dioses en el sentimiento nuclear no podrá sobrevivir a este merecimiento de amor y caeremos como un castillo de naipes realizado a partir de los espejos de nuestra mente. No voy a tolerar que me ames, no voy a tolerar ni un segundo de tu amor, ni las cenizas arrodilladas en el altar, ni el soplo de tu corazón, ni tan siquiera su arritmia, sólo empuño la costumbre de amar para decapitarte de forma samurai.

A tu lado me haces respirar como un pez de esponja como si cultivase las algas de tu corazón entre mis branquias, refugiándome en las capillas y sacristías que forman mis lágrimas con las tuyas, allí es donde solíamos acabarnos el helado de 1L, no dejes de banda la dimensión y el orgullo, la parálisis intelectual que nos alerta del elogio del grito, la construcción de nuestro ritual cósmico al besar. Déjate libre, hazte volar…

La esvástica voluntad de estar juntos





Cada noche rallábamos la cicatriz de la ola encima del cuento chino que nos habíamos montado, recuperando la sal con la que momificábamos el país de las maravillas y los procesos judiciales de nuestro amor, esa era la liturgia de cada madrugada la cual se basaba en un simple caracol pisando su propia baba, invocábamos al diablo como si fuera el conejo blanco que nos guiaría en nuestra esvástica voluntad de estar juntos, la puesta de sol al cerrar el abanico, los disturbios de nuestro helado de frutas del bosque…

Habrá mucho que construir en este infinito de cordero y parrilla, tendremos que afilar todas las traiciones y recuperar la condición insatisfecha del camino de baldosas amarillas que nos llevará hacía el campo de concentración de nuestro fracasado amor, fracasado, pero amor al fin y al cabo, amor.

La cosmogonía del desencanto





Abracé tan fuerte a aquel pobre hámster que acabé haciéndole estallar sus ojos y de su sangre ocular nacieron las estrellas y de sus lágrimas los planetas, de su crujir nació la gravedad y otras ciencias, de sus espasmos la estupidez y el fracaso y al estrujarlo este apretó sus dientes de dolor así fue como nacieron los humanos, aquel apretar de dientes largos junto a las gotas de saliva crearon la vida, sin ni siquiera entender la voluntad del porqué lo había hecho, luego lo lanzamos en parábola a la papelera y el pobre animal desnucándose contra el borde creó la circuncisión en la cual caminarían los hombres por toda la eternidad, el sufrimiento y las mareas se crearon finalmente al morir.

Y así fue como del amor que le tenía quise demostrárselo abrazandole tan fuerte que acabé matándolo y lo peor de todo no fue eso, lo peor fue que todo empezó.

Sangra color blanco para pedirme la paz





La torre capilar que renuncia a la sed de excusas, este sentimiento ocular bonito y gris, bonito y gris, bonito y gris, brillaba el sol poco a poco. Perdiendo pues su vida, le dije así, le dije así, le dije así; estamos locos, y al verla llorar le pregunté cual era su intención y su medicación favorita.

Vestida con mil despojos humanos ella apretó sus uñas contra el volante, estaba escrito, estrellas en la tostadora y ángeles que intentaban abrazarnos. Me dijo; en la cúspide de mi pirámide alimenticia estás tu y en la base tus palabras. Susurrándole el perdón desde la cama, brotando alrededor los pozos y las llamadas y abierto al fin y abierto al fin y abierto al fin, le dije que no me vendiese el alma, que si había visto las fuentes como se marchitaban que ahora en las clases de ingles ya no estaba a mi lado, y dos meses después de la encuesta sanguínea, tú y yo a la vez, otra vez.

Corazones enterrados en tierra para gatos





Vestido con el calor de la fortuna apostando contra los bolsillos llenos de bosques australianos, saltando sobre los puntos de ceniza y las puntas rotas de ilusiones, lápices e iceberg. Comencé el día desvistiendo a la noche, las chispas que saltaron al bajar el liguero rápidamente se transformaron en cruces y al ver estas lo que sucedía nos dieron la espalda para no ver la lenta máscara africana deslizándose por el desbarajuste hormonal de las montañas en la mar, y escalamos los asteroides con las capuchas rojas llenas de oro y burbujas de embalar y el negro oscuro no fue tan negro oscuro por el reflejo de la tinta sobre el reverso de la cucaracha.

El desagüe fue el único juez de la inquisición y nos impuso 57 latigazos de labios en la espalda.

Constelaciones con las astillas de tus huesos





Los vuelos cancelados dejaron desconsolada a la muchacha en el aeropuerto de Dusseldorf y esa soledad de madrugada rompió su espina dorsal para formar constelaciones con las astillas de sus huesos… con el paso de los siglos la chica se dirigió al duty-free y con el dinero que le había sobrado de las pestañas postizas compró el cloroformo verbal esperando así a que la niebla y el jet lag amainara.

Su insondable sufrimiento hizo que agarrara a aquel pobre chico estalactita durmiéndolo entre sus brazos, como si él fuese la correspondencia certificada que nunca llegó, y acurrucados en el ventanal se vieron por primera vez, como dos provincianos de la osa menor, con los aviones despegando de fondo, con los ojos abiertos y cerrados, y ella se dio cuenta que seguía siendo la cirujano que peinaba su barba con el bisturí, delimitando la parcela lunar de su tatuaje, ocultándose entre los piercing, soñando con la gastronomía austral, y siguió creyendo en la aparente dualidad, en la metafísica del matrimonio, en la apología del ángulo de la maravilla y allí fue donde apuntando hacia el resplandor del cuello de su camisa se quedó a vivir en el gatillo de su rifle.

Caperucita ahorcada en la guillotina




Me roí la venda de desgracias que descalabraba mi repentino sueño como si nunca hubiese descubierto la luz eso se debía a que el día y la noche era pienso de perro, sólo era una apreciación errónea de mi, como lo era tu repentina visión del arte, ya lo sabías, en mi apartamento todas las luces son luces de reptiles y a ti no te habían crecido los caninos aún, no podías suplicarme sueños cuando tu buscabas respuestas, cuando aún te perdías como en la primera vez que me conociste, no quieres suicidarte, nunca lo has querido, sólo querías cambiarle el agua a las lagrimas del Frankenstein de tu alma, permaneciendo como siempre, intacto a la libertad y creyendo que esto no era mas que ceros y unos que hacían que tuvieses la mejor textura para ser feliz mientras me hablabas en sueños y moralejas.

Alejado de mi propia sed descubrí la orilla y en ella mi Caperucita ahorcada en la guillotina.